Se encarnizaron los verbos, las soledades dijeron basta y se apretaron el cuello hasta no dejar pasar aire. Enloqueció el sol, los dias comenzaron a tener unos minutos y las noches también. Entonces fue ahí cuando decidió cambiarle las pilas. Toco su canción y la dejo en el recuerdo para que su amigo se la lleve de paseo. Pero el tiempo para el seguía pasando en linternasos rápidos, fogonazos de luz que se reían de la luna que observaba escondida desde la isla de gorritis. También alucinaba con que los pájaros mientras estuvieran en el piso o tomando un baño en un charco, tenían que tener brazos y manos, no soportaba la idea de que fueran mancos. Pero todo era distinto cuando el animal estaba en pleno vuelo, no necesitaba nada mas que sus alas. Despertó y se acordó que la había conocido, recordó una sola risa de esa persona impaciente por saber de el, le dio para calmarse sacudir la almohada llena de pesadillas y seguir durmiendo para pensar que quizás la vuelva a ver.